En un anuncio que rápidamente encendió el debate público, el expresidente Donald Trump reveló a través de sus redes sociales su intención de reabrir y ampliar Alcatraz como prisión federal para los delincuentes más violentos del país. Sí, hablamos de La Roca, la legendaria isla-prisión en medio de la Bahía de San Francisco que dejó de operar hace más de medio siglo y hoy recibe más turistas que presos.
.@POTUS on reopening Alcatraz to house our most ruthless, violent criminals: "It's a symbol of law and order and it's got quite a history, frankly — so I think we're going to do that, and we're looking at it right now." pic.twitter.com/YWfvfTDNaa
— Rapid Response 47 (@RapidResponse47) May 5, 2025
Según Trump, esta medida busca restablecer un símbolo claro de ley, orden y justicia. La idea sería que el Departamento de Justicia y la Oficina Federal de Prisiones trabajen en conjunto para hacer realidad este ambicioso (y bastante dramático) proyecto.
JUST IN: Trump orders the reopening of Alcatraz prison to house "America's most ruthless and violent offenders" pic.twitter.com/ByPJ2QYW0y
— BNO News (@BNONews) May 4, 2025
La propuesta, sin duda llamativa, plantea muchas preguntas. Alcatraz es hoy un sitio histórico nacional, con miles de visitantes al año, y su infraestructura lleva décadas sin funcionar como prisión. Rehabilitarlo para operaciones penales modernas implicaría una inversión enorme y resolver temas logísticos de alto nivel — desde transporte hasta condiciones de seguridad y derechos humanos.
Pero lo que parece claro es que esta jugada tiene tanto de símbolo político como de propuesta concreta. En un clima de preocupaciones crecientes sobre el crimen, Trump lanza un mensaje directo: “vamos a ser duros, vamos a volver a lo básico, y lo vamos a hacer con fuerza visual.”
Si bien el regreso de Alcatraz como prisión suena sacado de una película, no se puede negar el impacto narrativo que tiene. Reabrir una cárcel icónica como esa no se trata solo de justicia criminal; se trata de enviar un mensaje contundente, de marcar territorio.
Claro, el debate apenas comienza. ¿Es factible? ¿Es legal? ¿Es lo mejor para el sistema penitenciario actual? Hay muchas capas en esta historia. Pero por ahora, lo que está claro es que Trump ha vuelto a poner a Alcatraz —y todo lo que representa— en el centro de la conversación nacional.