En uno de los titulares más sorprendentes de 2025, el Donald Trump declaró durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el 17 de octubre, que el presidente venezolano Nicolás Maduro ofreció a Estados Unidos el control de los recursos naturales de Venezuela para evitar una confrontación, tras una operación militar estadounidense que interceptó un submarino cargado de drogas en el Caribe.
HOLEE SHIZZLES ‼️
President Trump Dropped the F BOMB on National Television 💣💥💥
To the Venezuelan President — “He offered us EVERYTHING. Wanna know why? Because he doesn’t want to FUCK AROUND with the United States!” — Look at JD Vance’s Face🤣🤣
Drop a 🌶️ If you like Spicy… pic.twitter.com/3qNID43kZf
— MJTruthUltra (@MJTruthUltra) October 17, 2025
Según los reportes oficiales, el 16 de octubre las fuerzas del Comando Sur de Estados Unidos ejecutaron un ataque contra una embarcación semisumergible sospechosa de traficar cocaína. La operación resultó en la incautación de más de cuatro toneladas de droga, dejó dos personas muertas y otras dos detenidas, todo sin bajas estadounidenses. Menos de veinticuatro horas después, Trump convirtió ese operativo en un mensaje político, afirmando que Maduro estaba dispuesto a permitir que Washington controlara el petróleo, los minerales y otros recursos venezolanos con tal de evitar una escalada.
Fiel a su estilo directo, Trump declaró que “Maduro no quiere meterse con Estados Unidos”, una frase que rápidamente se volvió viral y encendió los titulares internacionales.
Maduro, por su parte, negó que su país estuviera siendo atacado y calificó las afirmaciones de Trump como propaganda política, aunque también manifestó estar dispuesto a “abrir un diálogo”. Esa respuesta, ambigua y medida, refleja la estrategia habitual de su gobierno: minimizar la presión de Washington sin proyectar debilidad ante su base interna.
El contexto hace que el episodio sea aún más delicado. Desde hace años, Estados Unidos mantiene sanciones económicas contra Venezuela, acusando al régimen de Maduro de corrupción y vínculos con redes de narcotráfico. La revelación de Trump —sumada a informes que aseguran que autorizó operaciones encubiertas de la CIA contra el gobierno venezolano— acerca el conflicto a un punto de máxima tensión.
Más allá del operativo, lo que llama la atención es la velocidad con la que el hecho se transformó en espectáculo político. Un submarino cargado de cocaína incautado un día, y al siguiente, un expresidente asegurando que el líder de Venezuela ofreció sus recursos naturales para evitar un enfrentamiento. Sea o no literal la oferta, el relato favorece la narrativa de Trump: Estados Unidos mostró fuerza, y Venezuela cedió.
Si el objetivo era reafirmar poder en la región, la estrategia fue precisa. Una operación limpia, sin bajas y con un resultado contundente, seguida por un mensaje público que presenta a Maduro como un dirigente acorralado. Para Trump, es una imagen de control y autoridad; para Maduro, un golpe mediático que lo deja en posición defensiva.
Aun así, surgen preguntas importantes: ¿dónde exactamente ocurrió la operación?, ¿bajo qué marco legal se ejecutó?, ¿cómo serán tratados los detenidos? Y, sobre todo, ¿qué pasará si el “diálogo” que menciona Maduro no avanza según los términos de Washington?
Por ahora, la situación mezcla diplomacia, presión militar y narrativa política. Estados Unidos obtiene un éxito operativo, Trump consolida su discurso de fuerza, y Maduro recibe una advertencia pública de que su régimen sigue en la mira de Washington.